Querida abuela,
Sabes que desde pequeña he querido ser veterinaria. Estoy
convencida de que mi vocación ha estado marcada en gran medida por el tiempo
que he pasado en tu casa: dar de comer a los animales, recoger los huevos, llevar
las vacas al prado, recogerlas para ordeñar por la tarde…
Siempre quería participar de todas esas tareas: ¡no por
ser una niña no iba a poder hacer las mismas cosas que Emilio!
Recuerdo también que durante las siestas había que
guardar silencio: el abuelo madrugaba mucho, pero tú aún más: a las 5 de la
mañana, y, si cocías dos hornadas de pan te levantabas a las 3 de la madrugada.
Antes de convertirte en panadera, bajabas la leche a
Reinosa. Porque tú hasta hace poco conducías: fuiste la primera mujer del valle
en sacarte el carné. Cuando comenzó la mecanización del campo alguien tenía que
saber llevar el tractor, y aprendiste a hacerlo.
En Argüeso siempre se ha rezado antes de empezar a comer.
El Padre Nuestro lo comenzaba el abuelo Feliciano, tú dabas después el pie para
el Ave María; sin embargo, tanto uno como otro os servíais un vasito de vino para
acompañar la comida y la cena (hasta que os empezaron a controlar la tensión).
Has sido madre de nueve hijos: todas tus hijas han
cursado estudios universitarios y ninguna trabaja en el medio rural. Sólo dos
de tus hijos varones han continuado con la actividad ganadera (de hecho, uno lo
hace a tiempo parcial). Ninguno de tus nietos apuntamos maneras para dar relevo
generacional y convertirnos en titulares del código de explotación de las
cuadras de tu casa. Cuando tú ya no estés, ¿quién vivirá a los pies del
Castillo?
Por distintas circunstancias, mi vocación veterinaria, ha
ido tomando un rumbo que aparentemente está muy lejos de lo que me había hecho
elegir este camino profesional, sin embargo, trabajar con las ayudas de la
Unión Europea al sector agrario en el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA),me
permite tener una visión que va más allá de lo que tradicionalmente se espera
de un veterinario (lo he escrito en masculino a propósito) en un entorno
ganadero: velar por la salud y sanidad de los animales. De esta forma, al reflexionar
sobre la Ley de Titularidad Compartida y la importancia que la nueva Política
Agraria Común (PAC) quiere dar a la mujer rural, me he dado cuenta de que no hay
para mi un ejemplo más claro que tú, abuela, de todo lo que buscan cambiar esta
Ley y este objetivo estratégico de la PAC. Has sido pionera, no sólo a la hora
de conducir, sino también en cuestiones de las que ahora se habla tanto, como
el emprendimiento y la diversificación de la actividad económica en el medio
rural.
Tal vez el reconocimiento del Ministerio ya llegue
demasiado tarde…sin embargo, quisiera que supieras que tu nieta te quiere, te
admira, y te agradece el ser mi referente de mujer y madre trabajadora.
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